Sobre los Gremlins y otros demonios

 

La primera vez que escuché sobre los Gremlins fue durante mi proceso de formación como Coach, los Gremlins son esa voz que no solo escucho yo, sino que la mayoría escuchamos y eso no significa que estemos locos o seamos bipolares, sino más bien, se trata de esa conversación interna que no nos deja ser, hacer o actuar o para mí, éstos Gremlins son la misma mente de la que se habla en Yoga, en meditación o en Mindulness.

La mayoría de los gremlins nacen de nuestras creencias, ya sean aprendidas en casa, en el colegio, en la sociedad, con los amigos, etc.; y se van alimentando a lo largo de nuestra vida, en mi caso, yo le llamo “Hitleriano” a mi gremlin, a mi vocecita interna, o como algunos autores llaman el crítico interno, o el comité de juicios.

Mi voz saboteadora, que siempre anda diciendo que “no soy lo suficientemente buena”, que “nada va a funcionar” “que “soy demasiado lenta”, que “mis ideas no son buenas”, que “para que arriesgarme” entre miles de creencias más.

Además me he dado cuenta, que estas voces cambian con el tiempo, dependiendo del contexto y puede ser dictador o víctima, también cambia de disfraz, o de estrategia y es difícil, algunas veces aprender a notarlo y dejar de alimentarla, ya que se trata de nuestra propia mente, quien conoce nuestras debilidades, anhelos, deseos y vulnerabilidades.

Con esto en mente, comprendí cómo estas conversaciones internas afectaban mi ser impactando en mí hacer, paralizando el logro de mis objetivos y sueños, ya sea desde mi vida personal, laboral, sentimental, familiar, espiritual… etc.

Cuando supe sobre los gremlins, me pregunté a mi misma:

¿Quién eres realmente?

¿Eres acaso la suma de todas esas creencias aprendidas a lo largo de tu vida?

¿Crees que esas creencias alimentan tus pensamientos y emociones?

Observé durante un día, cuantos pensamientos positivos o negativos llegaban a mí, o cuántas preocupaciones sobre el pasado y cuántas sobre el futuro, pensamientos aburridos o hasta pensamientos extraños, perversos o inexplicables y me preguntaba una vez más ¿Tu eres realmente estos pensamientos?

Y llegue a la conclusión que no somos nuestras creencias, no somos nuestras personalidades, no somos nuestros pensamientos, ya que estos cambian dependiendo de nuestros estados de ánimo, de nuestro día, o de la definición que les demos de “buenos” o “malos”.

¿Pero entonces, qué somos realmente?

Tu mente, esa voz en tu cabeza que te critica, juzga, enjuicia, cataloga tus experiencias, tus actos, tus ideas, esa voz, quiere que te sientas mal, que no disfrutes, que no estés presente, usualmente, invito a mis coachee (clientes) a darle un nombre y hasta una imagen a dicha voz, esto facilita el proceso de coaching, ya que al hacerlo, el gremlin pierde fuerza y algunas veces da risa verlo.

Aquí está mi pequeño y aparentemente inofensivo Hitleriano, al dibujarlo le perdí miedo y ya no creí en todo lo que me decía, él, esta vocecita en mi cabeza pensaba que a la única a la que le pasaban “cosas malas” era a mí, noté que su principal objetivo era llenarme la cabeza de pensamientos negativos que saboteaban mis grandes planes de ser feliz.

 

 

Él, con su carita de yo no fui, es dictador, no voy a negar que sigue ahí, y creo que seguirá hasta el último suspiro de mi vida, pero lo diferente ahora, es que lo noto y no le creo y aunque diga que no actué, que para qué, o muévete más o perdemos el tiempo, cada vez lo escucho menos, y ahora tengo la certeza, de que lo que él dice no es cierto.

¿Cómo he aprendido a notarlo y a tener pruebas de lo que él dice no es cierto?

El paso más importante lo di a través del coaching, que fue la primera herramienta que aprendí y que me enseñó a notarlo, y a no identificarme con él, la segunda herramienta, fue el Yoga, una ciencia maravillosa y poderosa, que me ha enseñado a ser consciente de mi propia mente, a callarla y calmarla, ya sea través de las asanas, de la meditación o la respiración (pranayamas), el Yoga me ha ayudado a quitarme un enorme peso de encima y a sentirme cada vez más ligera y en silencio, además de que me aporta salud física y emocional.

El mindfulness o atención plena y la meditación, me han enseñado a estar totalmente conectada con mi cuerpo, a sentir cada postura con todas mis células y a estar atenta a mi respiración, ante la dificultad de dejar la mente en blanco, quiero aclarar que con la práctica y maravillosos profesores, aprendí que no se trata de dejarla en blanco, sino más bien, se trata de observar los pensamientos que lleguen y dejarlos ir, basta con darte cuenta cómo van y vienen desde los más simples hasta los más complejos, todo está en la práctica y poco a poco se va llegando a la maestría hasta que sientas serenidad y calma en tu mente.

Estas cuatro herramientas poderosas y maravillosas que han llegado a mi vida han sido las que más me han aportado, sé que existen muchas más, el reto está en aprender ser conscientes de la mente, sin identificarnos, sino siendo observadores; aprender a usar esas creencias a nuestro favor; saber que se puede hacer algo con eso, e ir callando poco a poco esa conversación que nada aporta a nuestra vida, pero que si logra paralizarnos y sentir “sufrimiento”, todo esto es posible, pero requiere fe, paciencia, disciplina y al mismo tiempo deshacernos de cualquier expectativa, solo así podremos aprender a disfrutar del camino hasta llegar a esa felicidad y calma que tanto anhelamos.

“Si escuchas una voz en tu interior que te dice que no puedes pintar,

¡Pinta! Y esa voz se callará”.

Vincent Van Gogh

 

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