El mito del carro, el viaje al destino final de la felicidad

 

En la cultura védica que lleva miles de años siendo un método de autoconocimiento, hay un texto llamado jīvayātrā que nos habla sobre el deseo que tenemos todos los seres de conseguir el objetivo de la felicidad eterna, plena y sin impureza pero que por otro lado no conocemos los medios ni el fin, de modo que no hemos alcanzado todavía ese destino de felicidad, es por esto que en el verso 2 menciona la imagen del viaje del carro que en el veda describre al individuo (jīvātma) como el dueño del carro que viaja, la inteligencia como auriga, el cuerpo como el carruaje, los órganos de los sentidos como los caballos, los objetos de los sentidos como la carretera y la mente como las riendas.

Este viaje al destino final de la felicidad es posible sólo para el ātmavān (el que se posee a sí mismo). Aquel que coordina a todos éstos bajo su control.

De hecho las emociones son pensamientos y aprender a corregir o disciplinar la forma en la que pensamos, no es una tarea fácil, lograr que los pensamientos sean menos mecánicos y que nuestras reacciones no sean impulsivas, puede ayudar a llevar una vida más plena, en donde las emociones como la depresión, la frustración, entre otras deja de ser un impedimento, a menos que se requiera de medicamentos o un tratamiento profesional.

La alegoría al carro que además esta escrita en la Bhagavad Gitanos habla de como en la mente es el lugar en donde se da vida a los pensamientos y quién dirige ese carro eres tú, el dueño y señor de tu intelecto. Eso eres tú y Vedanta nos ayuda a descubrir como calmar esas fluctuaciones en la mente.

El auriga, o la razón, ha de llevar al ser humano hacia la verdad, hacia la luz, y no es fácil, teniendo en cuenta el conflicto en la mente, ya que usualmente tenemos la tendencia a ocultar las emociones, sobre todo si las consideramos “negativas”. Y se piensa que lo mejor es ocultarlas, pero en realidad se trata de validarlas, reconocerlas y expresarlas adecuadamente. No eliges sentir ira, envidia, celos y demás emociones. Estas surgen porque eres una persona con toda su humanidad y vulnerabilidad.

 

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